Vicios y Críticas


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Vicios y Críticas

Jesús, del libro: Palabras de Oro,  del Centro Lusitano de Unificación Cultural.


En los medios espiritualistas es frecuente asistir a la crítica implacable y mordaz susurrada sobre este o aquel hermano "que hace poco, ahí fuera, estaba fumando…", sobre esta o aquella persona que "come carne y no sé qué está haciendo aquí…", sobre esta o aquella mujer "que se maquilla tanto…", o aún aquella otra que "no se arregla nada, andando desaliñada…"

 Hermanos: muchos de vosotros que así actuáis, ¿pensáis que tal vez muchas veces habéis contaminado más el ambiente que se respira con vuestros comentarios intolerantes y desarmoniosos que esos otros hermanos a los que tan desdeñosamente consideráis?  Hay muchas formas de polución y quizás las más terribles e insidiosas sean las que resultan de la maledicencia y de la crítica fácil y separatista.

 Realmente, ninguno de vosotros está totalmente limpio y libre de error.  Ninguno de vosotros, en lo esencial, es superior a los demás.  Lo que ya aprendisteis (y que os parece ser mucho) tal vez esté detrás, en valor absoluto, de la capacidad de comprensión y amor, de ese otro que fuma, come carne, o no adopta un comportamiento convencional.

 En verdad os digo, hermanos míos: muchos de los que en un descanso de una conferencia o, incluso antes de "trabajos esotéricos", recurren al humo de un cigarro son con frecuencia más puros, más válidos, más sinceramente dedicados y útiles al Servicio que una gran parte de los que miran por encima del hombro y alardean del ejemplo de su pureza y evolución de costumbres.

 Que quede bien claro que de ninguna manera sustentamos que no se deban mantener reglas y preceptos en el trascurso de los trabajos espirituales y, preferentemente, también antes o, idealmente, ¡siempre!  Lo que sí preconizamos es la fraternidad, la tolerancia y la comprensión adaptadas y ajustadas a las circunstancias.

 El rigor excesivo puede ser contraproducente e impedidor de contribuciones más amplias y relevantes.  Sobre todo que no se hagan observaciones teñidas de frialdad, indiferencia, superficialidad, arrogancia y separatismo pero sí, que antes se manifieste el verdadero amor y el propósito de ser respetuosa y discretamente útil.

 Hacemos referencia a estas situaciones, aparentemente menores, porque ellas son el prototipo de muchas otras de gran importancia.  La vanidadciega y aflojalasdefensas y precaucionesEs tristemente verdad que muchas veces, demasiadas veces, quien se enorgullece de haber ya subido muy alto queda incapacitado para observar y percatarse de sus propias flaquezas.  Detectarlas, admitir su existencia y mirarlas de frente constituye igualmente medio camino andado para saber lidiar con las dificultades y carencias de los otros compañeros en el Camino.

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