El Poder del Amor


www.luisprada.com

Regreso a la Página Índice

El Poder del Amor

Viviendo en un Campo de Concentración Nazi

Por el Dr. George G. Ritchie

Original en Inglés, traducción por Luis Prada, Editor y Publicista de BVW. Conocido como "El Mensaje del Cristo" este artículo fue tomado del libro ‘Retorno del Mañana’ (‘Return from Tomorrow’) por George G. Ritchie,http://www.near-death.com/ritch.html Enviado a la Web por el Dr. Victorio Berelli :victorio@bigfoot.com. Escriba en Inglés al Dr. Berelli para que lo (la) adicione a su lista de correo electrónico si quiere recibir más mensajes como éste.

Es una historia verdadera de eventos en la vida del Dr. Ritchie en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial, como él la contó:

Amando a cada persona… Éste fue el poder que había mantenido a un hombre bien ante el semblante de cada privación.

Texto del gráfico: El amor remienda las rasgaduras en el tejido de la vida.

Yo era parte de un grupo asignado a un campo de concentración cerca de Wuppertal, encargado de conseguir ayuda médica para los prisioneros liberados recientemente, muchos de ellos judíos de Holanda, Francia, y la Europa del Éste.  Ésta era la más destructora experiencia que yo había tenido hasta ahora.  Había estado expuesto muchas veces por entonces a muerte súbita y lesiones, pero ver los efectos de la lenta inanición, caminar a través de esas barracas en donde miles de hombres habían muerto un poquito a la vez por un período de años, era una nueva clase de horror.  Para muchos era un proceso irreversible:Perdimos montones cada día a pesar de todas la medicina y la comida que les podíamos apresurar a ellos.

Ahora necesitaba mi nueva perspicacia.  Cuando la fealdad llegó a ser tan grande para manejarla hice lo que había aprendido a hacer.  Fui de un extremo al otro del encierro de alambre de púas mirando a las caras de los hombres hasta que vi retornándome la mirada la cara de Cristo.

Y es así como vine a conocer a Salvaje Bill Cody. Ése no era su nombre real.  Su nombre real eran siete sílabas impronunciables en Polaco, pero tenía largos bigotes de manijas caídas como las pinturas del héroe del viejo Oeste, así que los soldados Americanos lo llamaron Salvaje Bill.  Era uno de los presidiarios del campo de concentración, pero obviamente no había estado allí por largo tiempo: Su postura era erecta, sus ojos brillantes, su energía infatigable. Ya que era fluente en Inglés, Francés, Alemán, y Ruso, también como Polaco, llegó a ser un tipo de traductor no oficial del campo.

Vinimos a él con toda suerte de problemas, sólo el trabajo de papelería era asombroso en lograr relocalizar a la gente cuyas familias, aún sus enteros pueblos de origen, podrían haber desaparecido.  Pero no obstante que Salvaje Bill trabajaba de quince a diez y seis horas diarias, él no mostró signos de cansancio. Mientras que el resto de nosotros estábamos debilitándonos con fatiga, él parecía ganar fortaleza. "Tenemos tiempo para este viejo tipo," diría. "Ha estado esperando vernos por todo el día."  Su compasión por sus compañeros prisioneros brillaba en su cara, y era a este brillo que yo venía cuando mis propios espíritus estaban bajos.

Así estaba sorprendido cuando los papeles de Salvaje Bill nos llegaron un día, ¡que había estado en Wuppertal desde 1.939! Por seis años había vivido en la misma dieta de inanición, dormido en las mismas barracas sin aire y cargadas de enfermedades como cualquier otro, pero sin el mínimo deterioro mental o físico.

Quizás aún más sorprendente, cada grupo en el campo lo veía como a un amigo.  Él era a quien se le traía como árbitro en las rencillas entre presidiarios.  Solamente después de que yo había estado en Wuppertal un número de semanas me di cuenta qué rareza era esto en un recinto encerrado en donde las diferentes nacionalidades de prisioneros se odiaban unas a otras tanto como ellos odiaban a los alemanes.

En cuanto a los alemanes, los sentimientos hacia ellos se elevaron tan altos que en algunos de los campos liberados más temprano, anteriores prisioneros habían tomado armas, corrido a las villas más cercanas y simplemente dispararon a los primeros alemanes que vieron.  Parte de nuestras instrucciones eran prevenir esta clase de cosas y de nuevo Salvaje Bill era nuestra más grande ventaja, razonando con los diferentes grupos, aconsejando perdón.

"No es fácil para algunos de ellos perdonar," le comenté un día a él cuando nos sentamos con tazas de té en el centro de procesamiento.  "Tantos de ellos han perdido a miembros de sus familias."

Salvaje Bill se inclinó hacia atrás en su silla de respaldar recto y sorbió de su bebida.  "Nosotros vivíamos en la sección judía de Varsovia," empezó lentamente, las primeras palabras que había escuchado de él hablando de sí mismo, "mi esposa, nuestras dos hijas, y nuestros tres niñitos. Cuando los alemanes alcanzaron a nuestra calle alinearon a cada uno contra una pared y empezaron a ametrallar.  Les rogué se me permitiera morir con mi familia, pero porque hablaba alemán me pusieron en un grupo de trabajo."

Hizo pausa, quizás viendo de nuevo a su esposa y cinco hijos. "Tuve que decidir justo entonces," continuó, "si permitirme odiar a los soldados quienes habían hecho esto. Era una decisión fácil, realmente. Yo era un abogado.  En mi práctica había visto demasiado frecuentemente lo que el odio podía hacer a las mentes y a los cuerpos de las gentes.El odio había justamente matado las seis personas que me importaban más a mí en el mundo. Decidí entonces que gastaría el resto de mi vida… si era unos pocos días o muchos años… amando a cada persona con la que yo llegara en contacto."

Amando a cada persona… Éste era el poder que había mantenido a un hombre bien ante el semblante de cada privación. Era el Poder que yo había encontrado primero en un cuarto de hospital en Texas, y estaba aprendiendo poco a poco a reconocer en donde quiera que Él escogió a brillar… si el vehículo humano era conciente de Él o no.

 

 

Article info



Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *