Deseo, el Fuerte Motivador de la Salud



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Deseo, el Fuerte Motivador de la Salud

por Paula Peterson

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Publicado por primera vez el 3 de Diciembre del 2.003.
Éste es un extracto del boletín de
Paula Peterson del 2 de Diciembre del 2.003.  Original en Inglés, traducción al Español por Luis Prada.

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(…)

Extrañamente muchos de nosotros nos hemos llegado a sentir confortables con nuestros papeles y hábitos familiares —aún esos papeles y hábitos que no son buenos para nosotros.  Muchos se aferran a un falso sentido de seguridad permaneciendo en situaciones insatisfechas y menos que satisfactorias o continúan con hábitos auto-destructores en pensamiento y comportamiento porque estamos inconcientemente temerosos de lo que podamos encontrar allá —o no sabemos cómo ser diferentes en alguna forma.

¿Qué hace que una persona exitosamente mejore su vida mientras que otras no?  El deseo es una clave importante.

Antes de que yo me pudiera curar de unos problemas de salud muy serios que amenazaban con mi vida desde el nacimiento, tuve que tener un fuerte deseo a ser curada.  Finalmente éste se me volvió mi pasión y objetivo número uno.  Me tomaron muchos años para lograr un nivel de normalidad que en un tiempo pensé no sería nunca posible para mí.  Ahora mi objetivo se ha expandido para continuar construyendo la salud que va más allá de solo lo normal… ¡y estoy alcanzando mi objetivo poco a poco!

Pero ¿qué tuve que cambiar en mi misma para lograr mayor salud y llegar a ser una persona más feliz?

Para empezar, solo conocí la enfermedad desde mi nacimiento.  Solo supe que la gente era más buena conmigo porque yo estaba enferma y que no tenía que participar mucho en la vida o compartir mucho de mi misma con nadie porque estaba demasiado débil.  Me sentía cansada, fatal y enferma la mayor parte del tiempo.  Aún cuando no quería sentirme enferma, era todo lo que conocía.  No sabía lo que era un buen día —así que, ¿cómo podía desear bienestar o esforzarme por él si no sabía aún lo que era?

A medida que crecía, empecé a notar que la gente que no estaba enferma como yo parecía mucho más feliz y parecía conducir vidas mucho más realizadas.  Empecé a preguntarme por qué yo no era así.  Empecé a preguntarme también cómo se sentiría ser más como la gente que vi que no estaba luchando con la enfermedad y la depresión día tras día.

Es allí —afuera de la caja de nuestras limitadas creencias— que encontramos nuestra verdadera naturaleza y llegamos finalmente a casa a nuestros auténticos seres.

Tuve que finalmente alcanzar un punto en mi vida en donde yo estaba enferma y cansada ¡de estar enferma y cansada! Estaba harta con las citas constantes al doctor, los medicamentos y los hospitales.  Tuve que querer parar de usar mi enfermedad para estarme pequeña y meramente decidirme por sentarme en el fondo y mirar al mundo pasar.  Tenía que parar de usar mi enfermedad como una excusa por no ser feliz y por no ser una mejor persona.  Tenía que parar de esperar piedad de otros aún cuando eso era lo más familiar para mí.  Que el Cielo no lo permita que alguien me admirara —¡eso sería demasiado pavoroso!

Finalmente, empecé a pedir ayuda.  Recé intensamente cada día —a lo largo del día— y enfoqué la mayor parte de mi atención en encontrar soluciones a mis problemas de salud.  Leí toneladas de libros, fui a cantidad de clases y conferencias, conseguí terapia, paré los hábitos malsanos de alimentación, aprendí acerca de la curación con comidas y hierbas saludables, y hablé con cantidad de gentes que se curaron a sí mismas de enfermedades serias que amenazan sus vida —y básicamente cambié mi completo estilo de vida.

Mientras tanto fui asistida grandemente por la inspiración y la presencia de ángeles.  Ya sea que ellos me hablaran directamente, o ellos se aseguraran —usando una variedad de maniobras —que encontrara los libros correctos, la gente correcta, la información correcta, etc.  La jornada entera hacia la curación era profunda, iluminadora, mística y transformacional.  Cada nivel de mejora parecía un esfuerzo heróico para mí —y lo era.

Mediante un fuerte deseo y pasión, logré mi objetivo.  Y hoy, tengo un nivel de salud y felicidad que nunca pensé sería posible para mí.  Me tomó largo tiempo, pero valió completamente la pena.  Hay mucho más en mi historia o curación, pero pienso que Ud. ya tiene la idea.

Hasta que no nos volvamos apasionados acerca de nuestras esperanzas y sueños, alcanzar las estrellas y pedir ayuda a los ángeles, la Providencia —Intervención Divina y esas pequeñas musas atareadas— no puede entrar a suministrar las claves, respuestas, soluciones, resolución, esperanza, inspiración y asistencia.

Una vez que deseemos en las estrellas e invitemos cambio, debemos estar dispuestos entonces a apretar el paso hacia la vastedad de un nuevo y desconocido territorio —que pueda parecer incómodo al comienzo.  Sin embargo, es precisamente en lo desconocido —el misterio— en donde más crecemos y expandimos.  Es allí —afuera de la caja de nuestras limitadas creencias— que encontramos nuestra verdadera naturaleza y llegamos finalmente a casa a nuestros auténticos seres.

   

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